Entrando en la historia de La Paloma no debe morir...

"El astronauta John Sispilacopa abandonó la sala del hospital echando una última mirada al Hombre tendido en la camilla especial del quirófano, aún inconsciente, dentro del laboratorio de Brookhaven. Las horas que pasó junto a Él, toda la madrugada, le parecieron apenas unos minutos. Estaba, como el resto del equipo, agotado y con ese especial malestar de cabeza y tímpanos producto del “Salto”. Su formación, y el tiempo de preparación paralela a cargo de Hugo Holder, le había conferido un carácter más sensible a la situación, con una no deseable carga emocional. Todo ello, unido a una gran responsabilidad, a pesar de ser el más joven de los viajeros designados por la NASA. Tan sólo él estaba al tanto, desde el inicio de la “operación secreta Chi Rho”, del fin real de todas las estratagemas de Luthius Ferti York, unido a la transcendencia de saber que se trataba de dar con el mismo Cristo, el llamado Hijo de Dios encarnado." 


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